“Entrados son los infantes al robledo de Corpes,
Los montes son altos, las ramas suben a las nubes,
Y las bestias fieras andan alrededor.
Hallaron un vergel con una limpia fuente,
Mandan colocar la tienda de los infantes de Carrión;
Con la comitiva que traen allí yacen esa noche.
Con sus mujeres en brazos les demuestran amor:
¡mal se lo cumplieron cuando salió el sol!
Todos se habían ido, ellos cuatro solos son.
Una gran maldad tramaron los infantes de Carrión:
“Bien lo podéis creer, doña Elvira y doña Sol,
Aquí seréis afrentadas en estos fieros montes:
Hoy nos iremos y os dejaremos a las dos,
No tendréis parte en las tierras de Carrión.
¡Así nos vengaremos por lo del león!”
Allí las pieles y mantos les quitaron a las dos,
Sólo las camisas de seda sobre el cuerpo les quedó.
Cuando esto vieron las dueñas hablaba doña Sol:
“Tan malas acciones no hagáis sobre las dos.
Si fuésemos maltratadas, os deshonraréis vos,
Os acusarán por ello, en vistas o en cortes”.
Lo que ruegan las dueñas de nada les sirvió.
Entonces empiezan a darles los infantes de Carrión,
Con las cinchas corredizas las azotan con rigor,
Con las espuelas agudas, donde sienten más dolor,
Les rasgaban las camisas y las carnes a las dos;
Limpia salía la sangre y las camisas manchó.
Ya lo sienten ellas en sus mismos corazones,
¡Qué ventura sería ésta, si lo quisiese el Creador,
Que asomase ahora el Cid Campeador!
Poema de Mio Cid, Afrenta de Corpes
- Análisis sintáctico de los fragmentos señalados.
- Recuerda el episodio del león al que se refiere el texto.
- Reflexión y comparación con el tema del honor en el teatro barroco (“las afrentas de honra deben ser reparadas”).
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